Strata es la esencia de mi creación, mi gran obra magna, mi obsesión desde hace años.
Strata es la transformación de la materia, el paso del tiempo y cómo esto mismo afecta a la obra, al contenido. Sigo pintando sobre obras que son antiguas, algunas tienen años. Las voy transformando capa a capa, trozo a trozo hasta llegar a ese algo, ese trocito de verdad que a veces se consigue vislumbrar entre las sombras. Porque eso es justo lo que intentamos los artistas una y otra vez: atrapar la verdad, que nunca llega, o al menos no acaba de llegar del todo, porque por muy satisfechos que acabemos con una obra, siempre seguimos pintando.
A pesar del aparente caos, hay un orden oculto bajo la superficie. Plasmar esta belleza oculta, este milagro que nos recuerda la vida, la impermanencia y el camino, es mi visión como artista. Cada pieza tiene el propósito de mejorar la experiencia vital, enriquecer el espacio y transmitir la belleza oculta. La obra no habla al intelecto, sino a los sentimientos; su finalidad es provocar sensaciones en el espectador.
En la obra encontramos orden y caos, suavidad y dureza, linea elegante y pincelada dura, para ordenarse formando un conjunto armónico que nos ayude a apreciar la belleza trasparente, la historia tras la fachada, la diferencia entre el ser y la apariencia. Una conexión entre la complejidad del caos que nos rodea y la belleza que subyace debajo.