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Bruno Vázquez

Biografía

Nací en Sevilla porque en Rota no se puede nacer, sino sería roteño. Mis orígenes son de todo menos humildes, mis bisabuelos tenían una tienda de muebles tiroleses en Madrid, de orígenes austríacos, mi abuelo materno era banquero y mi abuelo paterno era pintor, y viajaba por toda españa pintando acuarelas que luego vendía, además de hacer esculturas de cerámica. Mi padre es arquitecto y mi madre era decoradora pero sobre todo una pedazo de persona, de la que aprendí no mucho, muchísimo. Ya desde pequeño nos daba clases de pintura pero sobre todo de la vida: de cómo vivirla, de cómo enfrentarse a ella. Por desgracia murió de cáncer y no pudo conocer a mis hijas. Desde entonces me he dedicado al arte en cuerpo y alma. Lo he intentado todo: panadero, oficinista, gestor… pero no me queda más remedio que sacar eso que llevo dentro. Y es que el arte es compartir, como la propia vida, porque sino, nos perderíamos muchas muchas cosas.

Es fuera del estudio donde aparece la inspiración, dónde está la verdadera génesis de la obra. En mi estudio me encierro en un universo de soledad, de creación. Es un entorno frío y controlado donde puedo llevar a cabo la ejecución, la terminación de la idea.

Yo creo que el arte es una especie de impulso, una necesidad interior que nace de las vísceras, del alma y que te obliga a crear, a sacar eso que tienes que contar, que expresar de alguna manera. El arte ha existido desde siempre, el debate sobre lo que es arte y lo que no es arte creo que es totalmente equivocado. La pregunta no es ¿qué es arte? sino ¿qué sientes?

Al final la humanidad, las culturas son precisamente ricas por eso mismo, por su cultura, por su arte. Objetos totalmente innecesarios, algunos con cierta función pero no por ello necesitados del adorno, de aquello que los hace pieza artística, la mayoría de ellos sin función ninguna, puramente decorativa como mucho, pensados para llamar a la reflexión en otros casos. Así una escultura o una pintura al menos adorna, si es música, danza o teatro, no sirve más que para elevar los sentidos, para transmitir algo, para mover esa cosa dentro de nosotros que difícilmente se puede comprender sin arte. Y sin embargo en sí no sirven para nada, ¿para qué sirve realmente un concierto de música clásica? ¿para qué sirve una obra de teatro? ¿qué función tiene realmente el arte?