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Paisajes Vacíos

¿Puede el recuerdo lejano pasar a ser el presente cercano?

La luz del infinito, el agua cayendo entre las sombras, el olvido de la memoria entre imágenes borrosas. Es la mente el receptáculo de la percepción pura pero filtrada a través de la emoción, y sin embargo ese filtro nos condiciona, nos hace SER

Mirada limpia, sin pinceladas, aguadas puras en armonía con el equilibrio del paisaje vacío, lejano.

Lo que pretendo es plasmar la esencia del paisaje, unida a la esencia del recuerdo. Hay una verdad: la línea. La colocación de la misma depende del sujeto, en el caso del paisaje debe ser superior o inferior, nunca centrada. Esa horizontalidad que da el formato mezclado con la línea, los lleva al recuerdo del horizonte que a su vez nos transmite el paisaje de forma pura, abstracta, sin artificios.

A veces es una mancha, un pigmento, un accidente en el papel el que nos produce el efecto deseado.

Es la línea la que conforma la naturaleza de la obra. Una división claramente desigual nos abstrae y nos remite al elemento paisajístico.

Sólo la belleza pura del pigmento, sin artificios, nos muestra la verdadera naturaleza de la acuarela.